martes, 22 de julio de 2008

El concepto de "impuesto" en Alberdi

El Gobierno es una necesidad de civilización, porque es instituido para dar a cada gobernado la seguridad de su vida y de su propiedad.
Esta seguridad se llama y es la libertad. Luego el objeto del Gobierno, que es la libertad, es el más noble y santo en sí mismo cuando llena su deber esencial, que es proteger la seguridad de la vida y de los bienes de todos y cada gobernado, substancia y meollo de la libertad.
Esa protección tiene un costo, tiene un precio. Este precio es el impuesto.
El impuesto es el noble y santo precio con que cada gobernado paga la seguridad de su vida, persona y bienes al poder constituido para dar esa seguridad.
El Gobierno que deja de darla y recibe el precio de lo que no da es un ladrón en la moral de las finanzas, sin perjuicio de lo demás que es en la moral política.
Cuando el Gobierno era el dominio y propiedad de un pueblo perteneciente a un hombre, el impuesto era un tributo del pueblo-propiedad pagado al año en signo de esclavitud.
El Gobierno de ese tiempo y de esa clase no estaba obligado a proteger la seguridad de sus gobernados, y no solamente podía abandonarla sin crimen sino que tenía el derecho de matar y despojar a sus gobernados.
Hoy el Gobierno tiene otro asiento, es otra cosa.
Hoy que el Gobierno es el dominio y propiedad del pueblo sobre sí mismo, el Gobierno es la libertad o el dominio de sí, al revés de cuando era la esclavitud o el dominio y propiedad de un rey absoluto, señor de vidas y haciendas.
La contribución o el impuesto difiere tanto del tributo como la libertad difiere de la esclavitud.
El que dejaba de pagar el tributo en otro tiempo, reivindicaba lo suyo; el que hoy deja de pagarlo, roba el servicio que recibe por el precio que no paga. El contrabandista de los tiempos de tiranía era con razón un héroe digno de romance. En tiempos y bajo gobiernos de libertad, el contrabandista es un vil ladrón, que merece la picota.
El impuesto es el precio de la libertad, de la vicia, de la fortuna; digo precio figuradamente, en el sentido, más propio, de prima de seguridad de esos bienes, que son todo el hombre.
El impuesto es eso cuando el Gobierno lo invierte en dar la seguridad, en cambio de la cual lo percibe. Si no, es un robo, de un lado; y de otro, un acto de disipación.
El impuesto, en su sentido más elevado y general, abraza además de la contribución pecuniaria el servicio militar y civil o urbano, en cuyo sentido se confunde con la libertad entendida como la participación de los gobernados en la cuestión de su gobierno.


St. André, 19 de agosto de 1872.

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