jueves, 31 de julio de 2008

Maradona: el más grande!


Esteban Laureano Maradona, un médico que dedicó su vida a los más necesitados, fue galardonado por Naciones Unidas y nominado más de una vez para el Premio Nobel de la Paz.
Esteban Laureano Maradona nació el 4 de julio de 1895 en Esperanza, Pcia. de Sanat Fe, cursó sus estudios superiores en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó de médico con diploma de honor, tras haber sido alumno de grandes maestros de la medicina argentina, como Bernardo Houssay, Pedro de Elizalde, Eliseo Segura, Braun Menéndez, José Arce y Gregorio Aráoz Alfaro, entre otros.
Su labor se centró, fundamentalmente, en atender la salud de los aborígenes, estudiar sus costumbres, como así también la naturaleza de los ecosistemas chaqueños.
Él mismo lo cuenta: "...en 1935 arribé a Estanislao del Campo... fui el primer médico y actué desechando cargos oficiales... El pueblo era una ranchada...".
Maradona permaneció 55 años en ese pueblo, ubicado a unos 250 kilómetros al oeste de la ciudad de Formosa.
Vivió solo, en una precaria choza de barro de dos ambientes, sin luz eléctrica, ni agua de red.
Nunca cobró por sus consultas. Recibía -como recompensa- frutas, panes de mandioca, gallinas o pescado.
Curar y educar
Distribuía gratuitamente las medicinas que recibía, y cedió sus ahorros para construir la Colonia de Leprosos de la Isla del Cerrito (Provincia del Chaco).
Se levantaba al amanecer y se acostaba con el crepúsculo, para aprovechar las horas de luz natural. Desprovisto de infraestructura médica (ni siquiera la básica), logró erradicar de ese olvidado rincón del país los flagelos de la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera, el paludismo y hasta la sífilis, que él entendía como el mal aportado por la civilización, a la que por eso llamaba "sifilización". Aprendió el idioma de los aborígenes para enseñarles a leer y escribir en castellano, a construir sus casas con ladrillos y a cumplir normas elementales de higiene y profilaxis.
Sus últimos años transcurrieron en Rosario, en la casa que le brindó su sobrino nieto -José Ignacio Maradona- junto a sus diez hijos, que cubrieron con su cariño a este venerable, lúcido y memorioso anciano, que seguía practicando una vida ordenada, austera y modesta. Recibió allí numerosos homenajes de instituciones nacionales y extranjeras.
Entre los numerosos premios, medallas, placas y otros reconocimientos merecen destacarse el Premio al Médico Rural que le concedió en 1980 la Asociación Médica Argentina y la Revista Iberoamericana de Infectopatología y el galardón internacional Estrella de Medicina para la Paz, que le otorgó en 1987 la Organización de las Naciones Unidas.
Falleció descansando en su cama, acariciando el siglo de vida, el 14 de enero de 1995, en Rosario.
Una verdadera: Mano de Dios!

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