Después de la batalla de Caseros donde fuera derrotado Juan Manuel de Rosas el 3 de febrero de 1852, fue necesario pensar en la unidad del país y sobre todo, en su organización constitucional; todo ello se plasmó en el Congreso Constituyente de 1853.
Las provincias integrantes de la Confederación (excepto Buenos Aires) aprobaron el 1 de mayo de 1853 nuestra Constitución Nacional "fundamento del nuevo orden político". El documento constitucional "reconocía y otorgaba derechos y garantías individuales a todos los habitantes del territorio nacional y reglamentaba el funcionamiento institucional del Estado bajo una forma de gobierno representativa, republicana y federal"; asimismo, ese sistema reconocía la "división de poderes: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial".
Más allá del diseño constitucional el proyecto alberdiano fue aceptado con gran entusiasmo en el Interior del país para llegar a la tan ansiada paz.
Ya sostenía Alberdi en su libro "Bases y punto de partida para la organización política de la República Argentina" (1852): " Al nuevo régimen le toca invertir el sistema colonial y sacar al interior de su antigua clausura (...) mediante un sistema de vías de transporte grande y liberal, que los ponga al alcance de la acción civilizadora de Europa. Los grandes medios para obrar un cambio portentoso en pocos años son el ferrocarril, la libre navegación interior y la libertad comercial".
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